DESCONFIANZA
Es muy temprano, la luz ténue de la luna le da un tono grisáceo al ambiente, y mis ojos, mi cuerpo, toda yo, implora unas horas más para dormir, pero el autobús no espera. Subó en un estado semincosciente que me tambalea de un lado a otro, buscando un asiento junto a la ventana.
"Kiss Fm" suena en la emisora, y la música me rodea como una gran bocanada de humo. Apoyo mi cabeza en el asiento intentando dormir, cierro los ojos, pero temo no poder despertar y pasarme mi parada. Observo el paisaje absorta. El clima y la melodía que escucho me traen demasiados recuerdos. No sé qué tienen los viajes, pero me ponen melancólica, aunque la distancia a recorrer sea mínima. Una lágrima asoma, me giro intentando evitar miradas indiscretas que puedan descubrirme, pero tras quince minutos casi todos se encuentran en un estado de letargo. Sólo algunos charlan, y están tan entusiasmados en la conversación, que no constituyen un gran peligro.
Había sido una noche demasiado dura emocionalmente. La realidad, cruda, a veces daña hasta al mismo diablo. Y es que ya no pedía nada, porque no esperaba recibir nada, y en tal caso había perdido hace meses la magia, y lo que quedaba se sostenía sobre una cuerda demasiado floja para soportar el peso de ambos.
¿Es qué no confias en mi?Lo hice. Pero jamás me explicó dónde estaba el límite, hasta dónde y cuánto debía confiar, en qué maldito punto debía dejar de hacerlo y en cual no. Y es que, si algo me ha enseñado el poco sentido común que pueda llegar a tener, es que no puedes repartir la confianza en fragmentos, y recoger solo las partes que quieres o de las que te puedes beneficiar. Porque quizá los trozos que dejas son precisamente los que yo quiero, los que necesito conservar y viceversa.
Ambos nos escandalizamos de mi frialdad, pero la delgada línea quebró justo en el punto donde yo me había acomodado, y caí. Ninguna escalera, ninguna fuerza sobrehumana podría elevarme de nuevo a tus brazos en la mismas condiciones de antaño. Me decidí a olvidar, pero lo siento, la tormenta, los relámpagos, bombardean mi alma.
Perdonado sí, olvidado no. Y la confianza, en nuestro caso y muy a mi pesar, yace bajo tierra, enjaulada en las llamas del infierno, mi propio y personal infierno.
Y mis dedos, que en aquel entonces rozaron el cielo, se lamentan, lloran en silencio, porque anhelan rozar tus labios, caminar lentamente sobre tu rostro, acariciarte. Pero lamentablemente, tú ya no eres tú, y yo tampoco soy yo. Tan solo somos una huella de lo que fuimos, y de lo que pudimos llegar a ser.
Lo sé, no lo entiendes.
"Kiss Fm" suena en la emisora, y la música me rodea como una gran bocanada de humo. Apoyo mi cabeza en el asiento intentando dormir, cierro los ojos, pero temo no poder despertar y pasarme mi parada. Observo el paisaje absorta. El clima y la melodía que escucho me traen demasiados recuerdos. No sé qué tienen los viajes, pero me ponen melancólica, aunque la distancia a recorrer sea mínima. Una lágrima asoma, me giro intentando evitar miradas indiscretas que puedan descubrirme, pero tras quince minutos casi todos se encuentran en un estado de letargo. Sólo algunos charlan, y están tan entusiasmados en la conversación, que no constituyen un gran peligro.
Había sido una noche demasiado dura emocionalmente. La realidad, cruda, a veces daña hasta al mismo diablo. Y es que ya no pedía nada, porque no esperaba recibir nada, y en tal caso había perdido hace meses la magia, y lo que quedaba se sostenía sobre una cuerda demasiado floja para soportar el peso de ambos.
¿Es qué no confias en mi?Lo hice. Pero jamás me explicó dónde estaba el límite, hasta dónde y cuánto debía confiar, en qué maldito punto debía dejar de hacerlo y en cual no. Y es que, si algo me ha enseñado el poco sentido común que pueda llegar a tener, es que no puedes repartir la confianza en fragmentos, y recoger solo las partes que quieres o de las que te puedes beneficiar. Porque quizá los trozos que dejas son precisamente los que yo quiero, los que necesito conservar y viceversa.
Ambos nos escandalizamos de mi frialdad, pero la delgada línea quebró justo en el punto donde yo me había acomodado, y caí. Ninguna escalera, ninguna fuerza sobrehumana podría elevarme de nuevo a tus brazos en la mismas condiciones de antaño. Me decidí a olvidar, pero lo siento, la tormenta, los relámpagos, bombardean mi alma.
Perdonado sí, olvidado no. Y la confianza, en nuestro caso y muy a mi pesar, yace bajo tierra, enjaulada en las llamas del infierno, mi propio y personal infierno.
Y mis dedos, que en aquel entonces rozaron el cielo, se lamentan, lloran en silencio, porque anhelan rozar tus labios, caminar lentamente sobre tu rostro, acariciarte. Pero lamentablemente, tú ya no eres tú, y yo tampoco soy yo. Tan solo somos una huella de lo que fuimos, y de lo que pudimos llegar a ser.
Lo sé, no lo entiendes.
10 comentarios
Mujer de humo.. -
paola -
alicia -
Hellcat -
Pero míralo de otro modo: ábrete a la esperanza. Hay mucho mundo ahí fuera.
vito -
Besicos, cachuli
Makary -
pero deverdad, a veces pasan cosas que son insalvables??? o es un cumulo de pequeños momentos, o cambios en la forma de ver las cosas o tal vez, que somos idealizados y despues, en la cruda realidad no damos la talla?.
juer que recuerdos :(((
belen -
Corazón: -
silviwini al reskate -
con respecto a la confianza y todo lo demas sabes de sobra lo ke pienso
besitis!!!!!!!!!
Firewall -
En fin, mi insomnio y yo, no me hagas mucho caso.
Un beso chiquilla.